jueves, 17 de noviembre de 2011

El virus pernicioso de Dennis y la razón de un hombre siempre a la espera

Dark Rose by Lostknightkg

Pero incluso teniéndolo a él, yo no tenía nada, estaba aquí esperando a la nada. No esperaba a la muerte, sino a la discordia, al rencor y al mutismo de la gente. Cuando Dennis llegaba por fin y se acomodaba en el diván, por alguna extraña razón ya sólo encontraba deseo en sus cabellos largos y secos. Pero no a su olor, no a su sudor o a la locura de sus hormonas famélicas. A éstos no debía mi vida, ni les merecía un trozo de deseo. Él se había convertido, sin preverlo, en un despojo de la naturaleza de este consultorio, del Hotel Bella Muerte, del Shlomo's o del Circo. Y me dolía cuando de nuevo por 45 minutos hablaba sobre su muerte en vida, sobre su juerga corporal, o las peleas con su madre enferma. Allí era cuando me daba cuenta que yo siempre había estado esperando en una dimensión ajena a la de Dennis, ciego, sordo y anacoreta. Me iba a morir, me iba a hundir en el abismo donde me satisfacía ser un monstruo, un hombre sin camino, un hombre sin recuerdos más que una espera eterna para destruir los sueños de otro hombre. Y cabía la posibilidad de que ese hombre fuera precisamente Dennis: yo iba a deshacerme de su existencia porque de pronto, él me había vaciado de odio, de amor, y de deseo. Cuando me entregó su cuerpo, cuando sus nalgas se acaloraron bajo el calor de mis manos de bruto, o cuando mi lengua violó cada parte de sus abismos, me fue despojando de mi propio cuerpo, y con cada alboroto en este consultorio, o con un primer y un último jadeo, traspasó a lo que todos conocen como alma, y la enfermó con su propio infierno hasta corroerla. Y luego fui esto, un hombre que recobraba su lugar en la dimensión de la espera. Siempre, sin duda alguna, estuve aquí, a oscuras, esperando a la llegada de Dennis, esperando a que devorará mi cuerpo y mi alma, y mis ganas, esperando, aguardando al momento preciso en donde ni él ni yo pudiéramos seguir amándonos con la rabia del deseo, y sólo entonces, me pondría en camino a ese día en donde la única forma de encontrar un suspiro de tranquilidad, sería matándolo.

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De momento

"A su hermano Blanquet no lo había vuelto a ver desde el accidente en la selva. Todavía soñaba con él, y con la cara de lobo de su padre. A veces, seguían corriendo los tres por la selva, con la respiración agitada, buscando un sendero diferente que desfigurase el rostro de su cruel destino. Pero siempre caía, y veía a su padre seguir la huida sin girarse siquiera una vez, o reparar en su ausencia. Al menos, siempre estaba Blanquet muriendo a su lado, desprovisto de realidad pura, tan sólo un recuerdo, y punto. Yaykobu soportaba las ganas por llorar por esos sueños malditos, o por Blanquet, a quien había traicionado en la huida, dejándolo morir a solas. Simplemente ya no podía hacerlo."

Off days: Los días del abandono
"Son dos hombres que se aman sin el límite de la gravedad: su libertad en los abismos más intensos de la pasión, los llevará, sin duda, a perderse en la levedad de sí mismos. Entonces, un día sin nada que ofrecerse a cambio, para aliviar sus vacíos alguno matará al otro. Porque su sudor y su hambruna de deseo, son pasiones desvalidas..."

Mercurio de las Voces y el Deseo