Hands, by Alloronan |
Por la garganta me han empujado a comerme un desierto, con sus dolores tenebrosos, el alcatraz oasis malsano una vida ausentada. Por la garganta no me encuentro, y con los ojos significo el a través infinito que cansa y consume, por la probabilidad del deterioro, la raíz plana en las insinuaciones de la estampa. Se acaba el sol por las trampas del signo, no tengo nada.
Luego cosmos en las sobras, mi alimento que se pudre con sobras brutas o el castigo por la muerte inhóspita del buen Abel. La sentencia grisácea de mis ojos cruel grisáceo, aquí me duele la existencia y las recolecciones de letanías y misterios mal estornudados. ¿Por qué un cuerpo deforme y marcado para un mundo de insustancia que no aprenderá de mis culpas nunca nada? Y la grasa asesina como las murmuraciones de vago viaje mundo en la presunción insustancial de las bellezas me juzga: camina. Pero ya no quiero. No quiero.
La forma de mis violaciones por la garganta perdieron ensueño sin los gozos de creerme rey insolente, señor sentencioso, ya desiluminé las tapias de toda mi senda desligada de los otros; cuando caen del cielo tus lampos de mieles eléctricas, ni su roce o la fractura de mis huesos con repujada piel calcinada me invitan a los deleites de un diablo condenado. Contigo el error filial y el resto de difamaciones con que corrompí las sombras a medios días y medías noches son tan grandes y corruptas como para yo aseverarme cansado de ser el detractor de tu reino.
Tan sólo hoy con lamer las heridas abiertas de un Cristo popular, me detuve oportuno en las sendas de la sed y el hambre eternos para decirme que ya no hay abismos en la perfidia y en el pecado, ni en la marca, ni en la marca ni en la falta o la osadía de jugar a la cáscara seca rumbo al triturador de basura.
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