sábado, 19 de noviembre de 2011

Caín: de las averías.

Hands, by Alloronan


Por la garganta me han empujado a comerme un desierto, con sus dolores tenebrosos, el alcatraz oasis malsano una vida ausentada. Por la garganta no me encuentro, y con los ojos significo el a través infinito que cansa y consume, por la probabilidad del deterioro, la raíz plana en las insinuaciones de la estampa. Se acaba el sol por las trampas del signo, no tengo nada.
Luego cosmos en las sobras, mi alimento que se pudre con sobras brutas o el castigo por la muerte inhóspita del buen Abel. La sentencia grisácea de mis ojos cruel grisáceo, aquí me duele la existencia y las recolecciones de letanías y misterios mal estornudados. ¿Por qué un cuerpo deforme y marcado para un mundo de insustancia que no aprenderá de mis culpas nunca nada? Y la grasa asesina como las murmuraciones de vago viaje mundo en la presunción insustancial de las bellezas me juzga: camina. Pero ya no quiero. No quiero.
La forma de mis violaciones por la garganta perdieron ensueño sin los gozos de creerme rey insolente, señor sentencioso, ya desiluminé las tapias de toda mi senda desligada de los otros; cuando caen del cielo tus lampos de mieles eléctricas, ni su roce o la fractura de mis huesos con repujada piel calcinada me invitan a los deleites de un diablo condenado. Contigo el error filial y el resto de difamaciones con que corrompí las sombras a medios días y medías noches son tan grandes y corruptas como para yo aseverarme cansado de ser el detractor de tu reino.
Tan sólo hoy con lamer las heridas abiertas de un Cristo popular, me detuve oportuno en las sendas de la sed y el hambre eternos para decirme que ya no hay abismos en la perfidia y en el pecado, ni en la marca, ni en la marca ni en la falta o la osadía de jugar a la cáscara seca rumbo al triturador de basura.
Pero si éste no es el fin de la caminata inmortal, te grito al cielo ¡déjame, déjame heder en paz!

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De momento

"A su hermano Blanquet no lo había vuelto a ver desde el accidente en la selva. Todavía soñaba con él, y con la cara de lobo de su padre. A veces, seguían corriendo los tres por la selva, con la respiración agitada, buscando un sendero diferente que desfigurase el rostro de su cruel destino. Pero siempre caía, y veía a su padre seguir la huida sin girarse siquiera una vez, o reparar en su ausencia. Al menos, siempre estaba Blanquet muriendo a su lado, desprovisto de realidad pura, tan sólo un recuerdo, y punto. Yaykobu soportaba las ganas por llorar por esos sueños malditos, o por Blanquet, a quien había traicionado en la huida, dejándolo morir a solas. Simplemente ya no podía hacerlo."

Off days: Los días del abandono
"Son dos hombres que se aman sin el límite de la gravedad: su libertad en los abismos más intensos de la pasión, los llevará, sin duda, a perderse en la levedad de sí mismos. Entonces, un día sin nada que ofrecerse a cambio, para aliviar sus vacíos alguno matará al otro. Porque su sudor y su hambruna de deseo, son pasiones desvalidas..."

Mercurio de las Voces y el Deseo