domingo, 30 de octubre de 2011

De las ansias


Emo boy, by Marcolinu

No levanto a la bestia del sol, ni juego con sus témpanos ojos. Ya no juro a la luna el murmullo de los faunos que transpiré por la axila mágica. Y sé que empuñar la espada entre los miedos del toro me dotan tan sólo de sangre y más ganas. Ahora con mi bravuconería no los veo más que pretextos y la burla de creencias ancianas. Ya me solté, me solté todo como el chorro nuboso garras de puma indomable, y no tengo riendas más que la adolescencia del mundo.
Estoy en la carencia de lianas hecho el trozo desgarrado: y corro como el rey de las barrancas a las que no veré enemigas. Saltaré para incapacitarme a la moralidad de los hombres, y cuando emerja tierno en las muertes esporádicas, no tendré más que alas para volar en los cielos de la uña con carne.
Yo huyo incompleto a la búsqueda de mí mismo, yo salto al abismo en las sombras del paraíso. ¡Cuán poderosa luce la daga! ¡Cuán animosa tu sangre palpita! Búsqueda del templo y locomoción de las cóleras, el arrebato por comer al hermano envuelve cadencia a las horas. Que bramo de perro que torvos mis ojos quebrados de vacío. Hoy ciego, mañana redimo el puño asesino. Que no importen las rimas en el verso de la insustancia, que gobierne en mi espejo el destierro del siervo inaudito. Es que hoy en los efluvios de ladino, inicuas las mañas de un sereno. Estos son los tiempos del hombre, la emulsión del desgaste y las ansias, cuán exorbitantes las ansias que se regurgitan en el desvelo y las vergüenzas que se niegan al surgir la necesidad por apartarse del paraíso, y hacerse de los secretos divinos.  

sábado, 29 de octubre de 2011

Pepe

Boy by Fogke

Recordaré siempre, que estabas a la venta. Esperabas, con las ruinas del circo detrás de tu espalda, aguardabas sentado, contemplando el cielo negro y frío. Te había divisado haría un año en el pasado, no mucho tiempo. Siempre imaginé tus besos, tus caricias y tu aliento. Pero entonces todo pintaba imposible, hasta esta noche cuando descubrí, que estabas a la venta. Y fue así como me comí tus labios carnosos, rojos, ensalivados: pero no los comí con mi boca ni los tenté con mis manos, sencillamente, posé mis ojos en aquella maquina seductora que me sorprendía, porque no era natural, o más bien algo común, el encontrar esa clase de labios en un bazar de golfos. Y sin embargo, los tuyos al menos se dejaban arrancar por esta mirada enferma de soledad, y salvaje por las ráfagas del viento helado. También tus ojos tenían algo de celo, sería tu propia bestialidad, o un dejo de curiosidad por destruir tus escrúpulos, una osadía en la que dejarías libre, totalmente libre a tu cuerpo, y no otra vez le pondrías cadenas. Así entonces viniste a mi casa, Pepe, con aprensión de este mundo nuevo, con la duda y ya la ausencia de ti, pero, cómo puedo aventurarme a deducirte desmundado, quizá viniste entero, realizado. Quizá, con tu cuerpo, con tu espíritu y con tus ganas, viniste, tomaste el dinero, y te entregaste a mi falta, esta que pica tanto, que me empuja al barranco de la carne, y me quita tanta cordura como sentimientos. Pepe, nunca te vi ausente, siempre te vi decidido, no me contradigo: podías, si dejaba el tiempo, cumplir deseos, porque deduzco, tú eras parte del circo en ruinas, una piedra esencial de su holganza, incluso el sudor de sus esclavos. Por eso viniste a mí, pues de alguna forma me pertenecías. Con el dinero en tu bolsillo, te dejaste en mi boca, rígido y sin fallas. Tú cuerpo, por supuesto no era perfecto, no estaba trabajado con un cincel de hierro, pero, me atrevo a decir, tu cuerpo era mármol en bruto que podía pulirse con una lengua y ser definido con las yemas de unos dedos correspondidos. Era más seductora tu carne certera, tus tetillas dormidas, tu vientre inexacto, tus nalgas enhiestas que se presumían deseadas. Con caricias, a veces mordías, a veces gemías, y a veces te empujabas a mí, entregandoteme, presumiendoteme, indicandoteme. Y yo te comía el alma, y tú venías a mi cuerpo y te le rendías, como si supieses que eras mío, como si más bien quisieses enterarme de tu existencia en mi pasado,  por eso me diste más tiempo del acordado, y te insinuaste sobre mi cara convirtiéndome en el solio del David, un suave pasillo que imprimió la sed de mis arrojos. En verdad, en verdad fue bueno recomponer nuestro encuentro y ultimar la partida: cuándo vuelva a hundirme en tus adentros, cuando vuelva a cenarte, cuando vuelvas a ser el invitado secreto, quiero que bajes del cielo, y me desgarres del mundo con el murmullo de tus pasos, con la sonrisa de tu cara de augusto, y la nada efímera voz de tu cuerpo protegido por la verdadera naturaleza de tu belleza de puto.

jueves, 27 de octubre de 2011

Sigo contigo muerto

Whit these hands, by Messa

Mi amor por ti, es una poesía impura.
Un nombre apagado,
un rostro infausto a destiempos.
Cómo me acaloro aún por tu mirada de fiera,
sin dejar de morirme, aquí, siempre lejos.
Aquí, siempre faltas.
Eres una venganza, una soga, un desdén.
Mi amor por tu universo, es el suicidio 
del resto de mis sueños.
Pero no te quiero dejar,
no me marcho de tu ausencia.
Sigo amargo, adicto, incorrecto.
Soy todo un error para el mundo
desde aquella vez en que jamás nos pertenecimos.



lunes, 10 de octubre de 2011

De la miseria


Romantic misery by Buffnstuff


De tus ojos vacíos al vaso medio lleno, de la luna que decrece y un árbol abrasado por los cuervos exigidos: es la culpa. Justo como los cobres hurtados que ya han despotricado las ataduras del agua. Corre, la lluvia te erosiona por dentro, reo de insatisfacciones. Con las sales que han tatuado rasguños en tu celo, o la persecución de la que no has salido librado. Desde el puente se lanzaron las fuerzas y me quedó un vacío de taquicardia inhumana. Aún duele la noche de resaca cuando los diezmos por factura me escupieron maleficios. Siempre por la mañana te muerdes la lengua y le lloras al espejo, incomodo de ti, sucio de retina, ardido junto a la culpa y vago por conformidad de vetusto que se muestra etéreo frente al teatro de urracas san luisinas. Qué lo digan, ¡imploro que lo digan! ¡Deforme mi corazón cantimplora de porquería marina! Me baño con los gemidos luminosos de las luciérnagas en la plaza rosada pero no me alivio de golfo y desierto. ¿No es eso?
Paulatinas las execraciones en el imperio de los poros de mármol, por castigo celeste he ido y venido al infierno con callejuelas sordas a las suplicas de un cordero negro. Además me busco siempre en la mascara de lobo, por más que mi carne podrida en las sinfonías del desamparo. ¿Tengo remedio, Naná? ¿Voy a curarme, Santa? Contigo fiera Lilith me sucedo por vampiro en suplicios de sorbedores malogrados.
Pero no. Nunca en el encuentro, y nunca en el encuentro, por nada el calor a tus motivos que rechazas espinoso. Te desgarra ser fugaz como la mosca y los molestos óxidos de la manzana prohibida: cómo duele ver su corazón sin semilla y la fealdad en el esqueleto que has consumido a mordidas, sin saciarte en su limbo o la expulsión de atrevimientos en cada pluriverso transpirado.

De momento

"A su hermano Blanquet no lo había vuelto a ver desde el accidente en la selva. Todavía soñaba con él, y con la cara de lobo de su padre. A veces, seguían corriendo los tres por la selva, con la respiración agitada, buscando un sendero diferente que desfigurase el rostro de su cruel destino. Pero siempre caía, y veía a su padre seguir la huida sin girarse siquiera una vez, o reparar en su ausencia. Al menos, siempre estaba Blanquet muriendo a su lado, desprovisto de realidad pura, tan sólo un recuerdo, y punto. Yaykobu soportaba las ganas por llorar por esos sueños malditos, o por Blanquet, a quien había traicionado en la huida, dejándolo morir a solas. Simplemente ya no podía hacerlo."

Off days: Los días del abandono
"Son dos hombres que se aman sin el límite de la gravedad: su libertad en los abismos más intensos de la pasión, los llevará, sin duda, a perderse en la levedad de sí mismos. Entonces, un día sin nada que ofrecerse a cambio, para aliviar sus vacíos alguno matará al otro. Porque su sudor y su hambruna de deseo, son pasiones desvalidas..."

Mercurio de las Voces y el Deseo