Emo boy, by Marcolinu |
No levanto a la bestia del sol, ni juego con sus
témpanos ojos. Ya no juro a la luna el murmullo de los faunos que transpiré por
la axila mágica. Y sé que empuñar la espada entre los miedos del toro me dotan
tan sólo de sangre y más ganas. Ahora con mi bravuconería no los veo más que
pretextos y la burla de creencias ancianas. Ya me solté, me solté todo como el
chorro nuboso garras de puma indomable, y no tengo riendas más que la
adolescencia del mundo.
Estoy en la carencia de lianas hecho el trozo
desgarrado: y corro como el rey de las barrancas a las que no veré enemigas.
Saltaré para incapacitarme a la moralidad de los hombres, y cuando emerja tierno
en las muertes esporádicas, no tendré más que alas para volar en los cielos de
la uña con carne.
Yo huyo incompleto a la búsqueda de mí mismo, yo
salto al abismo en las sombras del paraíso. ¡Cuán poderosa luce la daga! ¡Cuán
animosa tu sangre palpita! Búsqueda del templo y locomoción de las cóleras, el
arrebato por comer al hermano envuelve cadencia a las horas. Que bramo de perro
que torvos mis ojos quebrados de vacío. Hoy ciego, mañana redimo el puño
asesino. Que no importen las rimas en el verso de la insustancia, que gobierne
en mi espejo el destierro del siervo inaudito. Es que hoy en los efluvios de ladino,
inicuas las mañas de un sereno. Estos son los tiempos del hombre, la emulsión
del desgaste y las ansias, cuán exorbitantes las ansias que se regurgitan en el
desvelo y las vergüenzas que se niegan al surgir la necesidad por apartarse del
paraíso, y hacerse de los secretos divinos.